Si eres mexicano, vas a entender
de lo que estoy hablando, bueno, eso quiero pensar, es cierto que la familia
tradicional ha cambiado, pero sin importar el género o el número de los
miembros que forman parte de ella, todo tiene un común denominador. La comida.
En mi caso son los domingos, la plática
es algo magisterial pero todo se resume a estar al tanto de lo que ha pasado en
la semana.
A este escenario se añaden los
sabores y olores de el pozole, las enchiladas, los sopitos, las flautas, todo
dependiendo del presupuesto. Si el dinero es escaso las tostadas de chile de
uña con cueritos, pata y lengua de puerco hacen su aparición gastronómica.
Este folclore culinario me hace
sentir orgullosa de lo que soy, pero ahora con el acceso a internet y a la
televisión de paga, se nos abre un mundo de posibilidades, uno de ellos la
comida, desde sushi, tacos árabes, comida china, pizza, todo está disponible,
como dirían los gringos God bless America, aunque en esta caso, Dios bendiga la
tecnología, que no solo ha afectado lo que comemos si no como nos relacionamos,
la sobremesa se ha hecho cada día más callada, y la atención que le damos a las
redes sociales es el plato principal.
Así que es hora de poner el
celular lejos de la mesa, y platicar, reír… porque la gente se va, el tiempo
pasa y los recuerdos, y las calorías de más son las que se quedan.
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